La despoblación no necesita «vendemotos»

Escrito por el 27/09/2021

Quedo claro que la respuesta a la problemática de la despoblación reside en el debate democrático, según Sergio del Molino. Todo lo que tenga que ver con soluciones mágicas, que no se han vislumbrado todavía porque la cuestión es sumamente compleja, cabe desconfiar de ellas. Treinta minutos de ponencia y cuarenta y cinco de preguntas, reflexiones y respuestas entre el público y el escritor zaragozano. El X Foro Somos Litera –Tribuna Popular- nos acercó a un gran problema que convive con nosotros, y nos alejó de remedios de hoy para ayer.
El ensayo de Sergio del Molino, La España vacía, pasa por ser en estos momentos uno de los libros más importantes en el debate necesario de un problema fundamental en la sociedad española del siglo XXI. Cinco años desde la publicación del texto, y un lustro de opiniones, discusiones, agendas políticas que tratan el problema y concienciación general de intentar buscar soluciones al problema. El autor no confía en remedios automáticos que devuelvan pobladores a las zonas rurales: “Quien da respuestas claras y diáfanas a problemas complejísimos, necesariamente tiene que ser un “vendemotos”, tiene que ser un estafador. No existen recetas fáciles a un problema tan complejo; si las hubiera ya estaría en marcha y alguien hubiera cobrado por ellas. Hay personas que están trabajando en este tema, “cerebritos” que llevan toda su vida pensando en esta problemática y no han dado con una respuesta. Si alguien la da, yo desconfiaría”, señalaba el escritor y periodista, natural de Madrid y vecino desde la adolescencia de Zaragoza. Esa valoración, tan realista como inquietante teniendo en cuenta como avanza el vaciado de vecinos en miles de pueblos de España, la ofrecía del Molino en el debate posterior a su ponencia dentro del Foro Somos Litera 2021.

El acto se inició con un repaso del autor a las inquietudes que le llevaron a escribir el libro. El apego invisible, real y emocional de su abuelo al pueblo que le vio nacer, más allá de que residiera toda su vida en Madrid le llevó a Sergio del Molino a pensar que esos hilos del corazón de una persona hacia su tierra de origen, no era algo único en su abuelo, sino que tenía que ser un hecho latente en millones de españoles cuyo origen se ubica entre campos, cosechas y pueblos diminutos: “Esa conexión tan profunda e identitaria sobre una tierra que se ha abandonado, tenía que ser un rasgo elemental y que estuviera por todas partes; que conectara mucho a los españoles. Y ahí es donde empiezo a barruntar el escribir un libro que mezclara esa idea con mi obsesión por el paisaje español, con las corrientes literarias sobre la memoria campesina, con la fascinación que me producen los éxodos rurales, sobre todo a partir de 1959… Pero la verdad, es que al final descubro que todo eso va mucho más allá de lo que yo había sospechado”. Del Molino también se respondía a otra cuestión que le han criticado: “Algo que me han reprochado es, ¿cómo un urbanita como yo puede escribir sobre un problema como la despoblación? Yo creo que esta cuestión es algo que nos incumbe a todos como ciudadanos de un país cuyo principal problema es la migración del pueblo a la ciudad. Una problemática que sigue dándose hoy, más allá de que la gran depresión migratoria se produjese a partir de 1959 y en los dos o tres lustros siguientes”. Es escritor zaragozano siguió subrayando la excepcionalidad e importancia de la despoblación como un hecho que está marcando a la sociedad española, a la vez que celebra que su libro haya llevado el debate a lugares que no eran muy comunes. “Creo que lo principal es el cambio de sensibilidad general que se ha dado. Ahora, alguien que tenga esa preocupación por cómo se está vaciando su pueblo, sabe que puede verbalizarlo no en una reunión familiar si no en el marco de un debate profundo y abierto”.

La explicación de las “dos Españas vacías” que para el autor existen, nos conducen a intentar entender quiénes somos, dónde estamos y por qué somos lo que somos: “Siempre digo que a mí me interesan dos “Españas vacías”: la física, la cuantificable, la que está hecha de pueblos vacío y no vacíos; y la que más me interesa desde un punto de vista literario, político, reflexivo, filosófico… y es esa memoria de la España vacía que sedimenta en unas ciudades que crean su identidad a raíz de esa España vacía; memorias cruzadas que viven y que perviven, y que no solo marcan las vidas de aquellos que protagonizaron los éxodos rurales, sino que también marca la de sus hijos, sus nietos. Quien no entienda como se crearon esas ciudades y a qué memoria responden, no entienden nada de este país”.

Finalmente, Sergio del Molino volvía a subrayar un término para él fundamental en el origen, desarrollo y buena salud de una democracia: el debate. Solo, decía, desde el debate y la discusión se podrá llegar a entretejer posibles salidas, alejadas de lo mágico e inmediato, para un España vacía que es el problema mayor de este país nuestro.


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