Treinta y seis héroes y heroínas y doce hombres buenos llegan a Peralta de la Sal

Escrito por el 08/03/2022

Son las 23 horas y 20 minutos del lunes 7 de marzo de 2022. San José de Calasanz y su obra es el mejor anfitrión de 36 héroes y heroínas acompañados por 12 hombres buenos. Peralta de la Sal rompe en una aplauso a la llegada de las primeras luces de los 6 vehículos que asoman por la curva de la entrada al pueblo. Rostros agotados, sorprendidos, desconcertados… Después de miles de kilómetros han logrado dejar atrás las bombas de la vergüenza, pero también allí se han quedado sus padres, sus maridos, sus parejas; no saben si volverán a verlos algún día: es el horror de la guerra, de la sinrazón, del frenopático al que les ha llevado un mandatario ruso y sus partenaires políticos y económicos.

Se abren las puertas de los vehículos y los cuerpos amojamados van saliendo y pisando tierra amiga. Los abrazos, las sonrisas, las emociones se siguen sucediendo entre la conmoción de los que vienen y la alegría de los que los reciben: ni una lágrima ni un sollozo ni un lamento. Es la demostración de la fortaleza asumida de unas madres jóvenes y unos niños que, casi de inmediato, comienzan a jugar con un perro que también quiere recibirlos como merecen. Ellos no entienden nada, mientras se abstraen de gentes desconocidas, cámaras de televisión y la noche petraltense jamás imaginada desde sus hogares; ahora a miles de kilómetros.
El Santuario está preparado para cumplir su misión: benditos escolapios. Durante toda la tarde, una docena de voluntarios han estado colocando los alimentos y enseres que van a necesitar en estos primeros días los nuevos moradores. La hospedería sabe a dignidad, limpieza, orden y paz para los inocentes. Vuelvo a los voluntarios y su labor conmovedora: Miguel Ibarz, María Pilar Cereza, Sandra Buil, Javier Gallart, Ana Huguet, Trini Pinies, Mari Carmen Fillat, Mª. José Bergés, José María Córdoba, Fernando Terés, Gonzalo García, Mª. Pilar Meler y un grupo de mujeres de Azanuy que también estuvieron empujando el empeño. El amor, la generosidad, el respeto, la comprensión, la empatía, la solidaridad… es gigante en estas personas iluminadas por la mejor virtud del ser humano: dar sin esperar nada a cambio. Más emoción en una noche difícil de olvidar.

Finalmente, entramos en el comedor habilitado para la primera cena. Es medianoche y los macarrones y el pollo también quieren sumarse a la fortaleza de estos héroes. La escena del comedor vuelve a ser turbadora. Ahora, alejados de la noche y con la luz artificial en sus rostros, vemos las caras agotadas de los niños y la ilimitada fuerza de sus madres. Las palabras no nos permiten entendernos, pero las sonrisas cansadas evitan la incomunicación; algo es algo. Los voluntarios van y vienen platos en mano. Los niños se dicen cosas entre ellos señalando al superhéroe que aparece en la portada de un batido de chocolate. Los platos se medio vacían. Hay más sueño y confusión que hambre. Mañana será otro día, pero no cualquier día. Amanecerán en una comarca con nombre de cama doble; ¿quién se lo iba a decir? Lejos de sus camas, de sus habitaciones, de sus casas, de sus calles y de sus pueblos. Desconocen todo lo que ven y oyen, pero aquí no hay bombas. Piensan en sus padres, maridos y parejas… allí si hay bombas. Ahora y aquí, nuestras autoridades deberán echar el resto que no es poco. No va de un día ni de una semana ni de un mes. Ellos comienzan a confiar en nosotros y nosotros no podemos fallar. ¡Maldita guerra!


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